EL CINE DE TERROR ES PARA VALIENTES.

Hacer cine de terror a día de hoy es bastante complicado, o no, depende de cuales sean las intenciones del director.

Para directores que pretenden dar con la tecla de lo original, de la sorpresa, es bastante difícil, pues está todo bastante trillado. Directores como Ari Aster o Robert Eggers tal vez no inventaran nada nuevo, pero mezclaron formas y estilos para dar lugar a una nueva etiqueta que ahora se conoce como “terror elevado”, y que se basa en gran medida en su ambientación y construcción de personajes.

Para los puristas del terror esto no les vale, porque disfrutan de un terror convencional, que aunque ya no les asuste, les remueve la nostalgia, y ese es realmente el motivo de seguir prefiriendo películas de susto algo ya revenido.

No obstante las grandes productoras lo que quieren es hacer taquilla, y no piensan en un público mayor de 18 o 20 años, con lo cual seguir haciendo cine tradicional de terror, es algo novedoso o al menos no caducado para un público juvenil.

No se apuesta por cintas de terror elevado ni por guiones que muestren algo distinto por miedo a perder dinero o no hacer números en taquilla, por eso este tipo de cine viene de productoras independientes que en muchas ocasiones consiguen dar el salto al cine por medio de festivales como Sundance, Sitges, etc. Festivales que otorgan un palmares de calidad a una cinta, y que luego productores valientes se atreven a producir la siguiente película de ese director.

En mi caso lo tengo claro, mi imaginación ya no es la que tenía hace 20 o 25 años, y en todos estos años el cine ha mostrado ya una increíble variedad de películas con las que barrieron cualquier posibilidad de originalidad, o al menos para mí, pues ya mi cabeza no ofrece más ideas que puedan sorprender.

Todo esto en el mundo del largometraje, en el mundo del cortometraje aun se puede experimentar algo más, por aquello de que el precio no se desorbita. Pero no obstante creo que es complicado crear algo novedoso aunque sea en 10 minutos.

Mi último corto, La Ceremonia, es un trabajo de 6 minutos que no ofrece nada nuevo, pero que me apetecía rodar. Eso sí, tiene un par de guiños que creo solo detectaran los auténticos amantes del terror, y no hablo de amantes del cine de terror, sino del terror en toda su dimensión.

Y el corto que tenemos ahora en el horno llamado Sesenta Grados, es una historia que abarca el drama, el terror y lo fantástico de una manera más del estilo de The Twilight Zone que otra cosa. Creo que este tipo de formato no está muy explotado en el mundo del corto, y que es muy divertido e interesante.

No sé si habrá más sorpresa en un corto plazo de tiempo, tal vez Jordan Peele con su «Nop!» nos de una sorpresa.

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